Uno de los atributos que más conquista a los corredores de trailrunning es lo impredecible que se vuelve cada ruta. Senderos abiertos, bosques, piedras, árboles caídos, riachuelos, entre múltiples ‘obstáculos’ naturales, hacen de esta modalidad una verdadera carrera abierta a las sorpresas, y que como consecuencia nos mantiene con el cuerpo y la mente más alerta.
“Mecánicamente, el trail running desafía a los atletas en los tres planos del movimiento biomecánico: sagital (delante/detrás), frontal (lateral/lateral) y transversal (rotacional). Así, la práctica del trail running requiere de un gran control muscular y de fuerza, además de coordinación y propiocepción”, explica el fisioterapeuta y competidor trail runner Charlie Merrill en el libroTrail Run de Lisa Jhung (editorial geoPlaneta).
Además de las sorpresas que surgen en el camino, las subidas y bajadas que caracterizan a las rutas de trail hacen que trabajemos más los músculos pequeños responsables de estabilizarnos, que por el contrario no intervienen demasiado cuando entrenamos en rutas urbanas más parejas.
Otro importante beneficio es que las superficies de trail son considerablemente más suaves que el asfalto, por lo que el impacto es menos dañino para nuestras articulaciones y gastamos más energía con cada zancada; lo que una vez más fortalece músculos, tendones y ligamentos.
Si aun no te has aventurado en este modalidad prueba ( Del running al trailrunning) unos pocos kilómetros para ver como te sientes y asegúrate de tener las zapatillas adecuadas (la suela debe tener más ‘agarre’). Eso si, empieza poco a poco, baja el ritmo y sobre todo mantente muy alerta para disfrutar del trail run libre de lesiones.