Empecé a correr hace 5 años por un desafío profesional/personal. En ese tiempo trabajaba en una revista femenina, y como periodista Nike me invitó a formar parte de su equipo de entrenamiento para correr WeRun Santiago, mis primeros 21 kms. El desafío me pareció increíble y tras completar la carrera (una de las experiencias más bacanes que he vivido y que compartí en Mis primero 21 K), el running me había conquistado por completo.
Seguí entrenando e inscribiéndome en cuanta carrera podía. Algunos períodos fui más matea y otros más floja, pero siempre mantuve mis zapatillitas cerca. Cuando la motivación decaía la activaba con alguna salida a correr entre amigas, y por supuesto su troteyuno correspondiente, una competencia masiva u obligándome a madrugar para engancharme con la energía de los entrenamientos AM.
Pero el año pasado me vine a vivir a Barcelona y tuve que decir adiós a mi equipo, a mi partners de kilómetros y a la rutina de entrenamiento a la que estaba acostumbrada. Mis horarios (y finanzas) no me dieron para inscribirme en algún club de running, y para mi mala suerte entre mis nuevas amigas ninguna corría, y fue imposible convencerlas, así que seguí sola. Empecé a correr sin un objetivo claro, una carrera en la mira o el plan de mi coach… de repente estaba corriendo por correr. Lejos de velocidades y tiempos, de una partner con quien compararme o una tabla de referencia con mis marcas.
No había nada cuantificable en mis salidas, ni siquiera kilómetros, y me encantó. Sé que prologado en el tiempo no es lo recomendable, porque para mejorar sí que necesitamos un plan de entrenamiento, pero como dice ese hashtag de moda, ¡cosa más buena correr por correr! Sin que nadie te pregunte distancia, tiempos ni ritmos, ni esa presión (a veces necesaria) que nos autoimponemos.
Fue como volver a la primera vez que corrí, cuando me lancé con 5 kilómetros y sentí que me moría en vida, pero esta vez disfrutando cada zancada. Con la cabeza llena de contradicciones, queriendo y odiando el running, sin saber si lo estoy haciendo mejor o peor que antes, pero sintiendo de corazón el placer de correr simplemente por las ganas de hacerlo. Este ha sido mi ‘veranito de San Juan’, y se los recomiendo ladies, es un regalo.