Terapia de cerro. Seguramente se habrán dado cuenta del furor que hay por irse a la punta del cerro (sino miren Instagram). Con amigas, perro, en familia o sola, ha pasado a ser el lugar ideal para escapar del caos de la ciudad. También del estrés de la rutina. Sobre todo en un periodo tan particular como éste.
Pero, ¿qué ha hecho que hasta las personas más reacias al deporte se estén motivando por ponerse las zapatillas de trekking? Claramente que es muchísimo más que una actividad deportiva. Subir el cerro es la terapia del momento y su efectividad es innegable. Y aquí te contamos porqué en Ladyrun también nos declaramos amantes de este boom (Todo lo que necesitas saber para empezar con el trailrunning)
Querida terapia de cerro, ¡gracias!
Lo primero, el cerro es sinónimo de naturaleza. No importa si es en medio de la ciudad, en sus alrededores o en un lugar perdido en el campo o en la cordillera.
Ir al cerro ya implica salir del caos urbano, para conectar con la naturaleza, estar un poquito más cerca del cielo y sentir esa calma que te el silencio arriba de todo. Muchísimo mejor si vas antes que despierte la ciudad.
Además, más allá de si subes corriendo, en marcha rápida o caminando tranquilamente, es un tremendo ejercicio cardiovascular y de fuerza, y una excelente alterantiva para complementar con tus sesiones de running. Una salida perfecta para cumplir con un entrenamiento bien temprano en la mañana y quedar con la tarea hecha.
Pero el punto a favor que más nos ha conquistado es otro: la compañía. ¡Qué buen panorama es ir al cerro con amigas! Ahí sí que no hay problema con dormirse temprano y madrugar antes que la ciudad despierte. Los mensajes la noche anterior para ver quién pasará a buscar a quién, donde se van a juntar, desde antes de subirlo ya es entretenido.
Y una vez ahí, ¡que alguien nos calle por favor! Porque solo nosotras sabemos que podemos arreglar y desarreglar el mundo mientras subimos a paso firme; problemas existenciales, peleas de pareja, dramas entre amigas, estrés laboral, agotamiento de la maternidad… todos los trapitos salen mientras subimos y bajamos con la respiración a full. Si el cerro hablara… ¡uf! Cuántas cosas diría.
Debe ser la altura, pero estar arriba del cerro te da una nueva perspectiva y cambia la actitud con que enfrentas el día o los problemas que te dan vuelta en la cabeza. Todo parece menos grave y los consejos más certeros, ¿no creen? Por eso, ¡bendita terapia de cerro! Una sesión colectiva (o en solitario) que sana en todos los sentidos.