Sería bien fácil si pudiéramos meterlas a la lavadora y listo. Pero las zapatillas no son tan ‘lavables’ como nuestras calzas o poleras, todo lo contrario, son extremadamente delicadas. Estas nuestras recomendaciones para limpiarlas correctamente y mantener, por el mayor tiempo posible, su soporte y amortiguación.
Independiente de la superficie por la que corramos, nuestras zapatillas se ensucian. Si corres por los cerros, mucho y si prefieres el cemento, un poco menos. De todas maneras en más de una oportunidad tendrás la necesidad/obligación de limpiarlas.
- Lo primero que debes tener claro es que las zapatillas no se meten en la lavadora, el ciclo de la máquina afecta su estructura y soporte haciéndote más vulnerable a una lesión. Sin importar lo ‘cochinas’ que estén no lo hagas, ni siquiera con un ciclo delicado.
- Sumergirlas en agua o remojarlas tampoco es la solución. Te recomendamos ventilarlas cada vez que las uses, dejándolas en un espacio al aire libre por unas horas será suficiente.
- Ahora si han tomado un serio mal olor sí se pueden lavar las plantillas. Lo importante es hacerlo con un jabón neutro, sin estrujarlas y secándolas lejos de una fuente de calor, siempre bajo una sombra y de manera natural.
- Si el problema es la suciedad o tierra pegada por el exterior lo que se recomienda es retirar la suciedad con un cepillo de dientes viejo usando un poco de agua caliente y un limpiador suave pero antigrasa.Si es demasiada la tierra se puede optar por una esponja o paño humedecido con un poco de agua y detergente.
- La periodista Cristina Mitre, en su libro Mujeres que Correr, recomienda usar las toallitas desmaquillantes para sacar la suciedad acumulada cuando se corre en superficies con barro. “Si pueden con el maquillaje waterproof, eliminarán hasta el barro más incrustado”, asegura.
- Y si se te han mojado, debes rellenarlas con papel de diario y dejarlas secar naturalmente.
- Otro dato para alargar la vida de tus zapatillas: nunca te las saques amarradas. Eso deforma las taloneras claves para mantener la estabilidad del pie.