Si hay algo que mi kinesióloga no puede decir es que no me haya atrevido a probar las terapias alternativas existentes para estar al ciento por ciento a la hora de correr. Partimos por la punción seca, bastante dolorosa la verdad, y ahora fue el turno de las ventosas. Sí, las que le tenían toda la espalda marcada a Michael Phelps en los Juegos Olímpicos.
No es que las haya visto y haya dicho “¡yo también quiero!”. No, tampoco es para tanto. Pero mi ‘kine’ me las recomendó por el ítem banda que sufrí hace tiempo y confieso que ahora las amo. Ahora, si me preguntan si duelen…si duele, pero es soportable y el alivio, por lo menos en mi caso, es inmediato. Todo depende de la presión y del aguante personal.
¿Cuánto hay de cierto en su funcionamiento? La verdad es que aún no existen suficientes estudios que demuestren efectivamente los efectos de las ventosas y sus beneficios, por lo que los expertos prefieren verlo a nivel micro y en base a sus pacientes, por ahora.
“La ventosa proviene de la medicina tradicional china y data desde hace más de 2000 años de antigüedad”, comenta la kinesióloga Kathia Rambach. Además agrega que: “las tradicionales son de vidrio, dentro de las cuales se prende un algodón con alcohol, generando una combustión de oxígeno y, por consecuente, un vacío dentro de ella que provoca un efecto de succión en la piel”.
Actualmente también hay de plástico, las cuales tienen una válvula unidireccional por la cual se introduce una pistola o bomba de extracción que se encarga de generar dicho vacío, sin la necesidad del fuego, produciendo el mismo efecto. En mí caso, fue con las de vidrio.
Según la mirada oriental las ventosas restauran el “Qi” o “Chi”, la energía que recorre todo el cuerpo. “En kinesiología las ventosas nos permiten aumentar la circulación sanguínea a través de la congestión de la zona que está siendo succionada”, explica Kathia y esto genera un aumento de irrigación sanguínea en la zona, por ende, aumenta el metabolismo celular, el aporte de oxígeno y los nutrientes, promoviendo además la eliminación de las toxinas. Agrega también que “A su vez, permite un efecto de liberación miofacial, lo que genera alivio en dolencias musculoesqueléticas”.
A pesar de no existir estudios concluyentes, hay algunos que indican que las ventosas podrían ayudar incluso a personas que sufren de herpes zoster, parálisis facial y tos.
Entonces, como es una terapia alternativa la decisión de usarla está básicamente en la recomendación de tu “kine” y la opción tuya de realizarla o no. Y esta puede ser usada tanto para prevenir como para tratamientos. “No obstante, las revisiones sistemáticas, incluso realizadas por profesionales de la medicina tradicional china, sugieren que se debe investigar más para estandarizar los protocolos: frecuencia de utilización, tipos de ventosas, número de sesiones, forma de utilizarlo, etc”, aclara Kathia Rambach, kinesióloga en KMP y Meds.
En el caso de los corredores los beneficios van por el lado de la recuperación de la fatiga y/o contracturas musculares post competencia, ya que como bien nombra Kathia anteriormente, “podría tener efectos en liberación miofascial y alivio de dolores musculares”.
Y no es recomendable en personas que estén cursando, o hayan cursado, un período de fiebre, alguna infección, que presenten heridas extensas, fracturas, problemas de coagulación, en zonas como cuello, cara, partes íntimas, en embarazadas o personas que tengan mucho dolor en la zona, o bien, sientan temor en someterse a la técnica.
Para mí uno de los grandes beneficios, me las he aplicado en varias ocasiones, es la inmediatez de los resultados. “Se ven inmediatamente después de retirar la ventosa” explica Kathia. Y hay dos formas de aplicarlas, porque obviamente pregunté por qué a mí no me quedaba marcado el círculo en las piernas y a Phelps sí.
Existe la ventosa fija que una vez puesta se mantiene ahí alrededor de 2 a 3 minutos fija. El mayor dolor es al comienzo y luego va cediendo. Otra técnica es el masaje de ventosa “que es cuando se desliza la ventosa de un lado a otro, en una zona que se ha emulsionado previamente para facilitar el movimiento. Esta técnica es más dolorosa que la anterior”, dice Kathia. Y esa es la que me ha aplicado a mí siempre e insisto duele, no les voy a mentir.
Y la última es el sangrado con ventosa. “Se realizan pequeñas incisiones superficiales en la zona a tratar, generando que salga una pequeña cantidad de sangre, y luego se aplica la ventosa”, agrega.
Yo ya las probé y solita pedí un tiempo después que me las volvieran a poner. Hay dolor, a veces más que otros días, pero se sienten las piernas más “livianas” y hasta ahora no tengo moretones tipo Phelps, porque la técnica del masaje es más dolorosas, pero no deja marcas. No como el caso de la ventosa fija, que duele menos, pero sí hay marca. Mis piernas lo agradecen.