Todo aquel que corre ha escuchado alguna vez la frase “ojalá ganes” o la pregunta “y, ¿ganaste?”. Generalmente quienes las pronuncian no están vinculados al running, pero aun así lo dicen irónicamente. O sea, no soy hija de Sebastián Keitel y mi madre tiene claro que no voy a ganar la Maratón de Santiago, así que nadie te lo dice en serio.
Por eso jamás consideré esa frase como algo que se podía cumplir o que tuviera algún tipo de cercanía respecto a mí. Es más, si alguien me lo decía mi respuesta era “obvio que gano”. Y es que uno corre porque le gusta, o por lo menos en mi caso. Además, con tanto cabro corriendo uno ni se imagina la posibilidad de subirse al pódium. Sin embargo, el destino quiso otra cosa.
Hace un par de días se corrió el Trail UC, fui porque la Tete me regaló un código para inscribirme y lo pensamos como un panorama de domingo. Eran 10k y habíamos acordado correr “bajo la consigna de trote conversado”. Pero fue de esas situaciones en que uno predica, pero no practica. No sé si fue el cerro (un espacio que me acomoda bastante), el grupo con el que la corrí o la mezcla con las ganas de correr simplemente porque sí, o solo sincronía, pero finalmente terminamos corriendo cerro abajo y con ganas de llegar rápido a la meta.
Finalizamos el circuito, nos repusimos del calor y el cansancio y nos fuimos. Horas más tarde una compañera del equipo me comenta en una foto “Sole, ganaste, saliste tercera en tu categoría”. Colapso. Es que no se imaginan la emoción de ese mensaje, tuve que volver a leerlo unas tres veces para confirmar lo que estaba viendo.
¿Lo primero que pensé? Se equivocaron. ¿Lo segundo? Casi llegamos juntas con la Jesús (una amiga con la que corrí el trayecto completo). Después de eso challa, la felicidad más grande, ¡qué más! Me llevan al Mago Valdivia y soy la persona más feliz del mundo. Quería contarle a todo el mundo, es que en esto del correr uno nunca gana nada y yo me gané algo. Yo Sole Hott de metro y medio de estatura, piernas cortas y velocidad promedio. ¡Era yo!
Lo triste… por no habernos quedado a la premiación, algo que uno nunca hace porque nunca gana, no tuve la oportunidad de subir al pódium, que dicen es la mejor sensación. Más que el premio o la medalla, es estar parada ahí arriba. Aunque sea un peldaño más arriba que el resto. Peor aun sin tener esa foto, pero sigo siendo la tercera en mi categoría y el premio es solo mío.
No seré atleta de alto rendimiento, pero tengo mi medalla. Y la consigna seguirá siendo “voh daleh”, porque sí se puede y a veces el running nos sorprende. No tienes que ser la más rápida del equipo o la con las piernas más largas, a veces el pódium solo llega y una qué hace… lo disfruta.