Dicen que entrenar con alguien ‘mejor’ hará que tu también mejores, y en gran parte lo comparto. Acompañar a alguien con un buen rendimiento es una excelente motivación, sin embargo, hay una delgada línea entre aprender de un runner con más experiencia y sobre-exigirnos por intentar seguirlo.
Personalmente no soy una corredora rápida, y muchas veces me he aventurado a salir con amigos que sí lo son, pero siempre respetando mi condición física. Pero me costó entenderlo, y muchas veces terminé demasiado agotada, pidiendo un descanso a gritos y odiando el entrenamiento por ir en contra de lo que me hacía sentir cómoda.
Para que ustedes también disfruten de correr juntas y mejoren sin dejar de lado su bienestar, acá les dejo algunos consejos clave:
- Establece límites. De entrada deja claro que correrán juntos, pero no tú persiguiendo a tu compañero(a), y definan una ruta en conjunto.
- Fiel a tu ritmo. Tu mejor que nadie sabes a cuánto te sientes cómoda corriendo y cuánto puedes estirar el esfuerzo. Respeta cuando el cuerpo te hable, y haz de tu ritmo una prioridad
- Calma las pasiones. Cuando corremos, sobre todo distancias de largo aliento, las emociones tienden a estar a flor de piel, para bien y para mal. Así que si te sientes muy presionada establece tu límite y decide si parar o seguir, pero no descargues tu impotencia o agotamiento en el otro.
- Evita las competencias. Aunque sea de manera amistosa, no conviertas el entrenamiento en una carrera para probar algo ya que perderás el foco. Corre acompañado y si realmente quieres competir hazlo contigo misma.
- Es valido separarse. Si tu partner se emociona y quiere seguir más rápido, ¡dale tu bendición y que siga! No hagas que se detenga por ti, ya que la idea es acompañarse pero no frenarse.
- Disfruta la ruta. La mayoría corremos porque nos gusta y nos hace feliz, así que no pierdas el foco y siempre haz del entrenamiento, sola o acompañada, un momento para disfrutar y cargarte de endorfinas.