Sabía que algo ocurriría, que su ‘patudez’ no pasaría inadvertida. Hasta esa fecha las mujeres no podían participar oficialmente de los maratones más importantes del mundo, porque se consideraba que no eran aptos para semejante intensidad física. Ella, a los 20 años, se atrevió a desafiar esas convenciones y se inscribió en el Maratón de Boston usando solo sus iniciales. Cuando había avanzado un par de kilómetros el director de la carrera se percató e intentó sacarla a golpes del evento. Ahí comenzó su historia como atleta profesional (ganó varias veces los 42k de Nueva York y otros importantes maratones) y también como ícono del deporte femenino.
“Me inscribí así porque tenía rabia, estaba molesta. A esas alturas ya sabía que quería luchar por dar a las mujeres más oportunidades en el deporte, pero no esperaba que mi participación generara una reacción tan violenta. Esa noche, después de la carrera, volvía a mi casa amaneciendo y paramos con mi novio a tomar un café. Mi foto ya estaba en los diarios y pensé: la gente me amará o me odiará. Rápidamente comprobé que predominaba el odio, me escribían cartas diciendo: ‘anda a atender a tu marido’, ‘mejor aprende a cocinar’ (ríe), pero era y soy fuerte, así que no me asusté. Al contrario, me alegré porque entendí que este episodio me daba las herramientas para luchar por algo en lo que creía. Luego vino la desclasificación de la federación de atletismo por la supuesta infracción; eso me encendió aun más y me dio la fuerza para enfocarme en algo más grande: permitir que las mujeres entraran a los juegos olímpicos”, cuenta al teléfono desde su casa en Aukland (Nueva Zelanda).
Algo que conseguiste casi dos décadas después. ¿Cómo fue ese proceso? Se necesitó de mucho lobby y esfuerzo. Comencé en los 70 pidiendo el apoyo a grandes empresas esperando motivarlos para que se sumaran a este gran proyecto de profesionalizar el running femenino. Avon fue la primera en comprometerse, y hasta el día de hoy ellos siguen con su serie de carreras. Inventamos un ranking solo para mujeres y las atletas participantes porque, aunque no teníamos dinero para premios, esta clasificación era lo único que existía. Además tuvimos el apoyo de las federaciones de atletismo, primero en Estados Unidos y luego a nivel global. En 1980 excedimos los requerimientos del Comité Olímpico presentando estudios clínicos que comprobaban que teníamos suficiente capacidad para pruebas de largo aliento. Fue un plan estratégico que se concretó en 1984 y que nunca creí lograría. Le entregué parte de mi vida y dos matrimonios.
Esa fue la primera piedra del fenómeno del 261, que hoy se celebra año a año con un gran maratón solo para mujeres en Mallorca. Sabía que mi vida giraría en fomentar que las mujeres se empoderaran con el running, aunque nunca me imagine que el 261 (el número que usó en Boston) se convertiría en un símbolo tan poderoso. Hoy mujeres me escriben y me dicen que usar el 261 las hace sentir invencibles, fuertes. No me lo tomé en serio hasta que comenzaron a llegarme las fotos de los tatuajes (se ríe).
¿Por qué crees que esa imagen tuya (siendo sacada a golpes de la carrera) sigue siendo tan poderosa? Creo que es más relevante que nunca; ahora las mujeres ven esto y piensan lo insólito de la situación y se horrorizan. Pero en una segunda mirada se dan cuenta de que eso sigue pasando en sus vidas, que muchas veces les han dicho que no son capaces de hacer algo. Además es muy chocante porque la foto me muestra como una mujer muy joven en manos de un hombre mayor fuera de control, eso es impactante. También lo motivador de la historia es que igual llego a la meta, y eso nos enseña que nunca debemos rendirnos ante un sueño.
¿Qué lleva a mujeres de todo el mundo a identificarse con tu movimiento y correr? La mayoría de las mujeres del mundo pueden vincularse con la sensación de que alguien las catalogue y les diga que no son lo suficientemente buenas, bonitas, delgadas o inteligentes para lograr algo, pero lo conseguimos igual. Eso nos une, además correr te da una sensación de logro. No importa si tuviste un mal día, si tienes mucho trabajo, si peleaste con tu pareja… sales a correr y te liberas. Para mí eso llega pasados los 18 minutos corriendo, ahí me relajo, elimino todos mis enojos y encuentro solución a mis problemas. Es una reacción química muy poderosa. Una mujer puede sentirse realizada por tener un trabajo importante, hacer la mejor torta del mundo o aprender a pintar, pero esto es diferente.
Desde los 12 años esta estadounidense nunca ha dejado de correr. Aunque abandonó por unos años el maratón (42k) por distancias más cortas, está lista para una vez más ponerse las zapatillas en Boston medio siglo después y revivir su hazaña. Tendrá 70 años y ya organiza a fanáticas de todo el mundo que la acompañarán corriendo y usando el número 261. Igual que en la carrera que organiza en Mallorca (España), donde abraza a cada una de las corredoras cuando llegan a la meta. Y quién mejor que ella para confirmar el boom del running femenino.
“Es real, muy real. Hoy hay más mujeres corriendo que nunca antes. Más que hombres, por lo menos en EE.UU., donde son más del 58%. Ellas están moviendo una industria multimillonaria porque incluso con recesión las mujeres seguirán comprando ropa que las haga sentir seguras. Por muchos años las grandes marcas deportivas no lo entendían, le cambiaban el color a los zapatos de hombres y nos los vendían”, explica.
¿Imaginas la vida sin correr? Hace muchos años alguien me preguntó si correr era lo más importante en mi vida, yo estaba lista para responder que no. Pero lo pensé mejor y me di cuenta de que correr me ha dado todo. Me dio mi trabajo, mis viajes, mi espiritualidad, a mi marido (un importante periodista especializado en running) y lo más importante, me dio un propósito. Y por todas esas cosas sí: correr ha sido lo más importante en mi vida. Muchas de las cosas que he logrado han sido por la habilidad que este deporte me ha dado para enfocarme en la vida. Y no quiero sonar creída, pero soy de esas personas que siempre quieren alcanzar un sueño, correr me dio el foco y la capacidad de lograrlo.
Entrevista publicada en Revista Mujer, escrita Josefina Strahovsky ( fundadora y editora de Ladyrun). La versión original en www.revistamujer.cl.