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Mamá corredora: volver a los 10K

Ser una corredora significa siempre querer ir por más, alcanzar mayores distancias o más rápido. Pero no siempre el camino es hacia delante, a veces, para avanzar hay que volver atrás. Así, por lo menos, me ha pasado a mí ahora que soy mamá corredora.

Cuando comencé a correr – hace 6 años- 5 kilómetros me parecían una eternidad. Un verdadero maratón. Terminaba sin aire y cansada como si hubiera completado los 42K. En la medida que seguí entrenando fui conquistando hitos: mejoré mi marca en 5K; terminé mis primeros 10K y después de varias carreras logré bajar de 1 hora mi tiempo; luego vino la época de los 21K y participé de cuánto circuito se me puso por delante. También mejoré y cuando me sentí preparada tomé el paso que me parecía ‘lógico’ y corrí mi primer maratón.

Ahí experimenté los ‘largos’ y lo extraordinario comenzó a convertirse en lo habitual. Durante la semana no era raro partir el día con 15K y los fines de semana, se corría casi siempre más de 20K. Aunque siempre a un ritmo tranquilo ( porque soy del team tortuga) las largas distancias ya no eran intimidantes, por el contrario, eran parte de mi rutina.

Eso hasta que, cuando preparaba el Maratón de Berlín, quedé embarazada. Ahí todo cambió, tuve que bajar la intensidad de mi rutina, acostumbrarme al sueño, después al peso extra y claro a cuidar a la guagua que se estaba formando. Corrí Berlín sin expectativas, no terminé la carrera aunque sí corrí y poco a poco me fui despidiendo de mis días de intensidad y colgué las zapatillas a los casi 8 meses.

Pensé que volver sería fácil, pero como ya les he contado en otras columnas no lo fue (https://www.ladyrun.cl/entrenamiento/consejos/5-cosas-que-cambian-cuando-eres-mama-corredora/). Solo ahora que mi hija ya tiene 7 meses recién estoy comenzando a ver luz y he retomado con más seriedad. El problema: ya nada es como antes. Volví a mis inicios y 5 kilómetros de nuevo son una eternidad. Por eso ahora los 10K son mi nuevo sueño, mi nueva meta de mamá corredora.

Me costó aceptarlo debo confesar. En mi entorno, repleto de maratonistas y intensos runners, contar que te estás preparando para 10K parece ser poca cosa. Pero, en este minuto, lo que antes era un simple entrenamiento hoy me parece una gran hazaña…y no solo por lo físico sino también porque significó un ejercicio mental importante: mi cuerpo necesitaba tiempo aunque mi cabeza no lo entendiera. Cuando lo acepté todo fue más fácil, correr dejó de ser una obligación y volví a las raíces cuando corría solo por el placer de hacerlo y no para cumplir con un plan de kilómetros semanales.

Ahora con 2 carreras de 10K en mi futuro próximo– adidas Maratón de Viña y Corrida New Balance- me siento conforme y en paz. No siento la presión, pero sí esa incertidumbre motivante del desafío que se viene. Me preparo sin mirar el reloj, lo paso bien y si tengo que postergar un entrenamiento porque mi guagua ( y yo claro) no durmió en la noche no me martirizo. Eso es lo que me toca vivir hoy.

Y por qué podría ser relevante hablar de esto en Ladyrun. Creo que muchas veces- por un embarazo, una lesión, una agenda laboral intensa o quizás un cambio de vida inesperado- debemos postergar nuestras metas deportivas. Y eso para un corredor de corazón es una golpe a la psiquis y al ego. Correr es lo que nos define, y cuando nos vemos obligados a dejarlo en segundo plano aparecen miles de inseguridades. Mi conclusión: la vida es larga y hay muchas carreras por correr. Quizás hoy no son 42K lo que nos motiva, pero llegar a la meta de estos nuevos 10K será igual de emocionante.

por

Josefina, periodista, corredora aficionada y editora de Ladyrun.

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