Adopta una posición correcta

El primera paso para convertir tus caminatas en una sesión fit, es hacerte consciente de tu posición y corregirla para activar tus músculos. Debes alargar tu espalda, empujar levemente los hombros hacia atrás, abrir el pecho y contraer los abdominales. Es importante sostener la mirada al frente en todo momento, lo que te ayudará a mantener la posición erguida. Además, cuando logras estirarte bien, ganas distancia entre las caderas y la caja torácica, con lo que tus piernas se podrán balancear más libres. 

Acelera el ritmo ¡y no pares!

Para quemar calorías debes generar un gasto energético mayor, lo que quiere decir que debes acelerar la marcha y además caminar de manera consciente, controlando tu respiración. Para empezar a quemar calorías deberías caminar al menos 20/30 minutos a un buen ritmo. Y si te cansas, ¡no pares! Lo mejor es bajar el ritmo y alternar etapas cortas y rápidas, con otras más largas y lentas. Esto, a la larga te ayudará a aumentar tu velocidad y con ello a quemar calorías incluso una vez que hayas terminado de hacer ejercicio. 

Otra buena razón para acelerar el ritmo: un estudio del 2019 de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) demostró que un ritmo de caminata más rápido puede reducir el riesgo de problemas de salud potencialmente mortales, especialmente enfermedades cardíacas y respiratorias.

Balancea tus brazos más rápido

Controla la posición de tus brazos, ya que si los llevas sobre tu cuerpo o ‘aleteando’ hacia los costados, podrías perder energía rápidamente y cansarte más rápido. Lo mejor para moverte de manera más eficiente, es doblarlos en 90º a los costados y balancearlos hacia adelante y atrás al mismo ritmo de tu zancada. 

Da pasos más cortos, pero más rápidos

Cuando avanzas mucho con una pierna, lo que ésta hace es frenarte. Por eso lo mejor es dar pasos más cortos y rápidos, en que el pie caiga justo debajo de ti, lo que te obligará a moverte más.