Fibras lentas, tipo I
También llamadas fibras rojas, se contraen de maneras más lenta y necesitan oxígeno para funcionar. Tienen un número reducido de miofibrillas, que son unos filamentos delgados que están en el citoplasma de las fibras musculares. Estas miofibrillas se acoplan en determinadas zonas y al contraerse lentamente permiten realizar esfuerzos de larga duración, ya que no se fatigan fácilmente y tienen una reserva energética abundante.
Con los entrenamientos, producen mayor resistencia al momento de tener contracciones musculares producidas por un ejercicio de duración prolongada y constante, por lo que rinden mejor en ejercicios aeróbicos. En corredoras(es), tienden a ser más abundantes en los músculos de quienes realizan carreras de fondo.
Fibras rápidas, tipo II
También se les conoce como fibras blancas, y como lo podrás intuir por su nombre, estas fibras son capaces de contraerse a gran velocidad y sin necesidad de oxígeno. Al contrario de las fibras lentas, éstas tienen una cantidad abundante de miofibrilla, y cuando se hacen series de pocas repeticiones se incrementan aún más. Si bien se contraen rápidamente, también se fatigan rápido ya que la energía producida es baja y sus reservas son escasas.
Se utilizan durante breves ráfagas de movimientos explosivos, y favorecen las actividades de potencia y velocidad. Este tipo de fibras predominan en los atletas que compiten en actividades de fuerza, velocidad y corta duración, y rinden mucho mejor en ejercicio anaeróbicos.
Algo importante ladies, en nuestro cuerpo ¡todas tenemos fibras lentas y fibras rápidas! Pero dependiendo de nuestros entrenamientos y la disciplina que hagamos va a predominar una sobre la otra.