En menos de dos años me convertí en una amante de las carreras. Mi afición por los kilómetros comenzó en junio del 2017 y hoy es parte de mi vida. Tras una pérdida personal muy fuerte, el running ha sido la mejor terapia para ordenar mi cabeza y seguir avanzando.
Siempre he sido activa. Incluso agotadora para algunos amigos. Nunca me canso, camino bastante, anduve por más de 7 años en bicicleta por Santiago – cuando moverse así era más amable y no había peleas con peatones y autos – y a veces, me ponía zapatillas y salía a correr, pero sin tomar tiempos ni medir distancias. Sólo por correr.
El 4 de junio del 2017 fue mi primera carrera oficial. Motivada por mi cuñado, me inscribí y junto a mi sobrina Sofía me lancé a 10 K, con cero expectativa (y ningún entrenamiento especial).
Pero pude, y llegué a la meta. Y ahí me picó el bichito y no paré más. Ya llevo más de 12 corridas, y no deja de emocionarme cruzar la meta y darme cuenta que sólo depende de mi. Para los 21K de la Maratón de Santiago 2018 lloré mientras pisaba los últimos metros. Me sentí un superhéroe.
No todo ha sido color de rosas. Una lesión a fines del 2017 me dejó out durante casi 2 meses y con interminables sesiones de kinesiólogo, y en agosto de este año tuve mi primera “no llegada a la meta”, tras perder el equilibrio y caerme de cabeza al suelo.
Lo pasé mal, aparte del dolor físico me costó volver a tomar el ritmo y sacarme de la cabeza ese accidente. Pero pude y logré arrancar una vez más.
Jamás me he inscrito en un gimnasio – me carga estar encerrada – , y tampoco participo de un grupo de running. Me aconsejan que lo debería hacer para mejorar mis tiempos, pero lo que más me gusta del running es que lo practico cuando quiero: tengo un ratito libre, me pongo las zapatillas y parto, por donde sea, sin esperar a nadie, sólo buscando los semáforos en verde para seguir y seguir. Las metas me las pongo yo.
Hoy me preocupo muchísimo más de mi alimentación, mi cuerpo ha aumentado la masa muscular y bajado la grasa. Me siento más liviana y es la mejor terapia que puedo tener.
Mi gran sueño es hacer una maratón completa. Aún no estoy preparada, pero me lo prometí. Sin presión, sin apuro, pasará cuando tenga que pasar. Mientras tanto, a seguir corriendo. ¡Vamos por más!